En el libro Livewired, David Eagleman propone que la sensibilidad de los seres vivos no es otra cosa que la transformación de la información del entorno en patrones de actividad neuronal, de la que emerge la sensación de percepción. El tipo de estímulo original es indiferente, lo importante es que pueda ser decodificado por el sistema nervioso que lo percibe, para obtener información relevante del entorno. La selección natural haría que los individuos que desarrollan órganos sensoriales especializados en la captación de la información más relevante de un hábitat concreto, fueran capaces de interactuar con su entorno de forma más eficiente, aumentando sus posibilidades de sobrevivir y reproducirse. Lo que a su vez haría que estos órganos se fueran perfeccionando con el paso de las generaciones.
Este proceso ha dado lugar a órganos sensitivos, o como los llama Eagleman, dispositivos periféricos, de lo más variados. Por ejemplo, los murciélagos han desarrollado la capacidad detectar la forma de su entorno mediante la percepción del eco de sonidos que ellos mismos emiten, lo que les facilita prosperar en entornos de baja visibilidad como las cuevas que habitan. En el medio acuático, algunos depredadores como los tiburones pueden detectar los campos eléctricos generados por sus presas, facilitando su captura. Las aves migratorias, por su parte, de forma aun no del todo conocida, detectan el campo magnético terrestre como una especie de brújula natural para orientarse durante sus largos desplazamientos en busca de pareja o alimento.
Como vemos, la variedad de receptores de estímulos que podemos encontrar en la naturaleza es fascinante. Sin embargo, estos son solo la base de la percepción.
La información sensitiva aislada tiene una utilidad muy limitada. Pensemos, por ejemplo, en el sonido que hace la puerta de tu casa al abrirse. Te da una información, eso está claro, pero, dependiendo de la situación en la que se perciba este estímulo sonoro, su significado puede ser totalmente diferente y, por tanto, también la respuesta a ese estímulo, que es lo que determina una relación eficiente con el entorno en el que vivimos.
Si lo escuchas a la hora a la que tu pareja suele volver del trabajo, te sentirás y actuarás diferente a si lo escuchas a las 3 de la madrugada cuando no esperas que nadie llegue a casa. Es este contexto lo que completa el significado del estímulo, alterando la sensación subjetiva que despierta y modificando el comportamiento resultante.
En este ejemplo, lo que contextualiza el estímulo es el momento del día en el que ocurre, pero muchos aspectos contextuales pueden modificar el significado (y por tanto la percepción subjetiva y la respuesta) de un estímulo sensitivo aislado. Algunos ejemplos son la cultura, experiencias previas, expectativas, el estado de ánimo del perceptor…
El famoso experimento de los perros de Pavlov, pone en evidencia que, además de los humanos, otras especies animales también se valen del contexto para dar significado a un estímulo aislado.
Sin embargo, dado que el cerebro humano es el órgano más complejo que podemos observar en la naturaleza, cabe esperar que lo sofisticado de este tipo de influencias sea mucho mayor en humanos que en otras especies, dando lugar a percepciones altamente moduladas por factores subjetivos, sociales y simbólicos que van más allá de las propiedades físicas del estímulo.
A continuación, os proponemos un ejercicio sencillo con el que podemos poner en evidencia la complejidad y la importancia de la influencia del contexto en la percepción. Escucha esta canción del pianista y compositor Ludovico Einaudi junto con un grupo de amigos y/o familiares
¿Qué ha sentido cada uno de vosotros?
Es muy probable que este estímulo sonoro haya despertado emociones diferentes en cada uno de los oyentes. Quizás, alguien se ha emocionado al recordar la escena de la película en la que esta canción hace de banda sonora. Alguien que se esté iniciando en el arte de tocar el piano puede haber sentido admiración por la complejidad de la pieza. Es posible que otra persona se haya sentido triste al recordar a un ser querido fallecido al que le encantaba esta canción. Incluso puede que alguien esté estresado por su trabajo, haya estado pensando en una tarea que tiene que terminar mientras sonaba la música y se haya mantenido indiferente a la canción. Las posibilidades son muchas, pero lo que es seguro es que el contexto individual ha modificado la percepción.
Comprender que toda percepción sensorial está influida por el contexto, nos invita a mirar a los fenómenos clínicos subjetivos como el dolor o la fatiga desde una perspectiva diferente. Como profesionales de la salud, es fundamental considerar el entorno emocional, social y cognitivo del paciente para entender cómo vive y expresa sus síntomas. Además, identificar los aspectos del contexto que pueden ser modificados, nos abre la puerta a su utilización como herramientas terapéuticas.
Una de las líneas de trabajo del grupo UMSS se enfoca en profundizar en la influencia de estos factores contextuales en pacientes con patologías crónicas. Esperamos poder contribuir al avance científico y a la divulgación de este conocimiento.
Referencias:
1. David Eagleman [Internet]. 2019 [citado 12 de mayo de 2025]. Livewired. Disponible en: https://eagleman.com/books/livewired/
2. Rehman I, Mahabadi N, Sanvictores T, Rehman CI. Classical Conditioning. En: StatPearls [Internet]. Treasure Island (FL): StatPearls Publishing; 2025 [citado 12 de mayo de 2025]. Disponible en: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK470326/