Dolor crónico y depresión: una relación tan estrecha como incomprendida

En el panorama de la salud mundial, el dolor crónico y la depresión destacan como dos de las principales causas de discapacidad. (GBD 2016 Disease and Injury Incidence and Prevalence Collaborators 2017). El dolor lumbar crónico, en particular, se ha identificado como la principal causa de discapacidad, afectando a millones de personas en todo el mundo. Paralelamente, la depresión se ha consolidado como una de las principales causas de sufrimiento a nivel global, situación que se ha visto exacerbada desde la pandemia de COVID-19 (Dragioti et al. 2022)

Más allá del profundo impacto que estas condiciones tienen sobre la calidad de vida y la sostenibilidad económica de los sistemas de salud, la comunidad científica, incluido nuestro grupo UMSS, ha puesto especial atención en la intrincada relación de comorbilidad entre ambas. Un dato revelador en este sentido es que, mientras el dolor crónico afecta aproximadamente al 20% de la población general, en pacientes con depresión la prevalencia alcanza el 65% (Thompson et al. 2016)

A pesar de esta relación evidente, los mecanismos fisiopatológicos que la explican están lejos de ser completamente comprendidos. Un mayor entendimiento de estos procesos permitiría desarrollar estrategias de prevención y tratamiento más eficaces, lo que reduciría el impacto tanto sanitario como económico de estas dos afecciones.

El procesamiento nociceptivo: un modelo para entender la comorbilidad

Uno de los modelos más estudiados para explicar la comorbilidad entre depresión y dolor se basa en la alteración del procesamiento nociceptivo.

La nocicepción es el proceso por el cual el sistema nervioso detecta y codifica estímulos potencialmente dañinos para el organismo. Receptores especializados, llamados nociceptores, captan información sobre los estímulos nocivos y la transmiten al cerebro (Armstrong y Herr 2024). Sin embargo, aunque la nocicepción es fundamental para la percepción del dolor, es la interpretación cerebral de esta información lo que realmente determina la experiencia dolorosa. Este proceso interpretativo es complejo y está influenciado por factores como el contexto en el que se produce la estimulación, las creencias culturales del paciente, sus experiencias previas y, posiblemente, su estado de salud mental (Yalcin y Barrot 2014)

En pacientes con depresión, se han observado alteraciones en la estructura y funcionamiento de áreas del cerebro clave en el procesamiento nociceptivo, lo que podría explicar, al menos parcialmente, la mayor vulnerabilidad de estos pacientes al dolor crónico. Por ejemplo, se han reportado niveles alterados de actividad en la corteza prefrontal medial, una región esencial en la activación de la respuesta analgésica propia de nuestro organismo (Pizzagalli y Roberts 2022). Esto sugiere que las personas con depresión podrían tener una capacidad reducida para modular el dolor, lo que aumentaría su vulnerabilidad a padecer dolor crónico. Sin embargo, la escasa literatura científica disponible aún no ofrece conclusiones sólidas sobre esta cuestión.

Mirando hacia el futuro

Previsiblemente en los próximos años, gracias al aumento de la accesibilidad a métodos de investigación avanzados como la neuroimagen, podamos conocer con mayor claridad estos mecanismos. Desde UMSS, estamos entusiasmados con la idea de contribuir tanto a la producción científica como a la divulgación de estos hallazgos.